Lunes 6.30h, suena el móvil, arrancamos. Tengo los próximos cinco días perfectamente estructurados en mí cabeza. Por desgracia, sin opción a error.
Algo más lejos el fin de semana, ese anhelado y efímero objetivo.
Me pregunto quién decide el valor de cada día de la semana y qué día debemos ser más felices.
Tengo la sensación de estar metido en una carrera de obstáculos que no hace más que empezar y terminar de forma constante. Imposible dejar ciertas obligaciones, pero…y dejar de correr? cambiar un plan?, Por qué no dedicar tiempo del bueno, a los buenos? La velocidad que alguien ha decidido marcarnos hace que nos perdamos infinidad de momentos de gran valor, valor que no somos capaces de apreciar ni aún teniéndolos delante. Pasa la semana, estiramos los brazos y vamos agarrando y soltando pequeñas metas sin premio, más que el de poder continuar con el plan establecido, el cual no estoy muy seguro de haber planeado yo.
Ahora párate un segundo, piensa realmente en aquello que consigue dibujarte en la cara la mejor y más sincera de tus sonrisas, ¿lo tienes?, pues partir de ahí no trates de crear ni planear nada, sólo céntrate en coleccionar sensaciones y grandes momentos junto a ese pensamiento, el cual no puede ser más puro y sincero. Juraría que ese es el significado más cercano de la palabra vida. Curioso que tratemos de atraparla cercándola nosotros mismos poniéndole tiempos y formas.
Miramos de reojo y con recelo la llegada de esos momentos que llenen nuestra reserva de serotonina, y mientras esto sucede, los problemas del primer mundo nos impiden ver la cantidad de entretiempos que cada día nos regala la vida y nos empeñamos en echar a la basura.
Martes 6.30h, el plan lo eliges tú, tienes una nueva oportunidad para "ser menos" y sentir más. Piénsalo bien, aquello que de verdad no te mueva por dentro, aunque sólo sea un poquito, qué sentido tiene...?
Blai Daries.