Se llama Dolores Martínez López, pero todos la conocemos como Lola en l’Eliana. Nacida en Valencia el 13 de octubre del 83, su infancia y juventud han transcurrido entre Riba-roja y l’Eliana. En Riba-roja porque allí estaba la casa familiar, el cole, y el conservatorio donde dió sus primeros pasos musicales. En l’Eliana, “porque este lugar”- como ella misma explica - “ha sido siempre mi sitio de referencia. Estoy atada a él por vínculos muy fuertes desde niña. L’Eliana era el pueblo en el que mi padre, que era constructor, ahora está retirado, trabajaba. Todos los chalets de ‘Los Almendros’ los hizo él. Pero sobre todo porque l’Eliana desde muy pequeña era el lugar preferido para salir, para pasar el fin de semana o las vacaciones de verano en la caseta familiar, o, simplemente, para cenar, pasear o estar tranquilos sin más”. Mis recuerdos están ligados a un chocolate caliente en el Torrent, a un helado en La Caseta en verano, a la biblioteca, o incluso a las fiestas. De hecho– prosigue Lola- “l’Eliana es hoy el sitio donde está mi casa, vivo con mi pareja y en el que también está mi lugar de trabajo”.
Alegre, sensible y sobre todo comunicativa Lola trasmite buena energía desde el primer momento. Dueña de una sonrisa contagiosa y una voz cristalina esta Licenciada en Pedagogía de Piano por el Conservatorio Salvador Seguí, en Castellón, lleva la música en las venas. “Mi sueños, mis planes y todos mis deseos siempre han estado vinculados a la música y al piano. No hay otra cosa que me guste más que la música y todo lo relacionado con la misma, cuenta Lola, espontánea y sincera. “Me encanta mi trabajo Me encanta el piano. Me encanta tocar y me encanta enseñar a tocar. El piano hace que me suba la adrenalina y un concierto en directo todavía más”
¿Cómo empezaste con esto del piano? ¿Había afición familiar?
Pues no. Nadie en mi familia ha sido músico, ni por afición ni por profesión. Si que había cultura musical. Nos gustaba escucha música y cantar canciones. Mi madre canta muy bien. Estuve apuntada al coro del colegio. También me encanta el baile de salón. Pero descubrí la música en el cole como muchas personas. Si es verdad que de niña yo ya le daba a un pequeño piano Cassio. De esos que te regalan de juguete a pilas. Algo más tarde me pedí un teclado Yamaha. Pasaba muchas horas componiendo pequeñas melodías, aunque no era muy consciente. Pero no fue hasta 5º de EGB que una maestra, a la que quiero muchísimo, Merche Betoret, habló con mi madre y le dijo que porqué no me apuntaba al Conservatorio de Riba-roja. Ella vio algo en mí y hizo visible a mis padres esta habilidad.
Te apuntan al conservatorio. ¿Tenías claro tan pequeña que el instrumento iba a ser el piano no?
Bueno creo que lo llevo en el ADN. De hecho en casa me habían regalado una guitarra. Mi madre me preguntó por el instrumento. De alguna manera creía que tenía que ser la guitarra porque ya la tenía. Pero se quedó colgada. Yo elegí el piano y el piano me eligió a mí. Así empezó mi relación oficial con el piano como instrumento. Pasé por uno intermedio hasta que llegó el momento del piano de verdad. Un buen piano de cola que me pude comprar con el paso del tiempo con lo que ganaba dando clases y un pequeño crédito.
Estudiabas en el instituto y en el conservatorio ¿Cómo fue esa experiencia?
Muy bonita y también agotadora. Yo tenía que compaginar las horas de estudio en el Instituto para sacar el bachiller y luego cinco horas diarias con el piano en el Conservatorio de Riba-roja, donde obtuve el grado medio. Pero siempre me mantuve al pie del cañón. Hasta los 18 años cuando llegó el momento de estudiar una carrera. Estaba un poco cansada de la oficialidad y entro en la universidad, para seguir los estudios superiores pero no para estudiar música ni nada relacionado. Me decanté por otros caminos
¿Terminaste otra carrera que no tenía que ver con la música?
Si tengo la licenciatura en Publicidad y Marketing que cursé en el CEU San Pablo. También hice un año de periodismo. De hecho me presenté a un puesto de trabajo en Madrid en una de las mejores agencias publicitarias. Me cogieron. Es una multinacional y colaboro en campañas muy buenas. Parecía que todo iba sobre ruedas. Era una chica joven e independiente. Con un buen trabajo. Vivía en un piso compartido en la capital. Pero echo de menos el piano. No podía llevármelo al piso y me apunto a una academia para tocar y practicar. Allí acudía después de trabajar y se me pasan las horas al piano. Siempre era la última en marcharme.
¿Y qué pasó?
Un comentario inocente del conserje de la Academia donde tocaba y practicaba cada día hasta el anochecer en Madrid, me hizo replantearme toda mi vida profesional. Simplemente me dijo algo como “Chiquilla tu siempre eres al ultima en marcharte. Te olvidas de todo cuando tocas. Tú has nacido para esto.”. Eso se me quedó en al cabeza. Me fui con esa frase a la cama y finalmente decidí volver a estudiar. Reencontrar mi verdadera vocación y estudiar música. Ser una profesional del piano. Me lié la manta a la cabeza. Renuncié a mi trabajo como publicista a pesar de que mi jefa me tentó con aquello de un sueldo mejor. Bueno ni siquiera mejor me dijo que pusiera yo la cifra. Tenía 24 años y decidí cumplir mi sueño. Empecé a estudiar el grado Superior Pedagogía del Piano en el Conservatorio Seguí de Castellón. No fue fácil al principio. Incluso un profesor me dijo que no tenía manos para el piano. Pero yo no le hice caso. No hubo fuerza en el mundo que me separar de esa meta. Afortunadamente otros profesores vieron que si podía y me alentaron en mi empeño. Terminé el grado superior. Allí también conocí a mi pareja sentimental y después musical, Andreu Soler.
Amor y piano con Andreu Soler como pareja. ¿Cómo se vive esa experiencia?
Vivíamos muy cerca yo en Riba-roja y Andreu en l’Eliana. Seguramente nos habremos cruzado muchas veces. Pero fue la música y el piano concretamente lo que hizo que nos conociéramos. En las prácticas de la asignatura de piano a cuatro manos. Íbamos a turnos distintos pero allí surgió algo. Luego nos veíamos en las paradas del metro y poco a poco… hasta hoy. Cuándo le vi tocar al piano fue decisivo. Porque cuando tocas el piano eres tú mismo. No puedes ser otra cosa porque estás al desnudo. Me encantó. Estamos juntos ya tres años compartiendo vida, profesión y trabajo como pareja en l’Eliana. Una experiencia positiva desde cualquier punto de vista..
Habéis formado pareja musical con el Black & White Keys Dúo, y os va muy bien. Ya tenéis el segundo CD – Café- y experiencias magníficas de conciertos aquí en l’Eliana y el pasado 1 de diciembre en mismo Palau de la Música. ¿Seguiréis por el mismo camino?
Yo creo que sí. Tanto él como yo con lo que más disfrutamos es con estos conciertos en directo. Es todo un subidón de adrenalina. Pero no todo depende de nosotros. Es un trabajo duro e intentas acertar y tocar en los mejores escenarios. En febrero estrenamos otro albúm, ‘Elements’, dedicado justamente a mi profesora Mercedes Betoret. Será el 18 de febrero aquí en l’Eliana.
¿Y enseñar?
También disfruto mucho dando clase. Yo veo cada día un gran talento en la Unió Musical que hay que explotar y sacar a al luz. Eso también me gusta muchísimo. Todo irá andando poco a poco. De momento soy muy feliz con todo lo que hago. Pienso que lo más importante es el esfuerzo del trabajo. Ser metódico y no parar.
También te hemos escuchado cantar…
Sí. Estoy en el “Cor de Cambra de la Unió Musical” y en “Veus del Turia”. Soy soprano aunque la verdad es que soy una voz comodín. Depende del momento. Me encanta cantar y bailar. La música es lo más bonito que hay. Y me gusta toda, desde la salsa y los ritmos hasta la clásica.
Trabajo, casa, amigos y lo más importante pareja aquí en l’Eliana. ¿Qué significa para ti este pueblo?
Pues muchas cosas. L’Eliana es un pueblo encantador, solidario que te permite hacer muchas cosas. Lo que más me gusta es que es un pueblo cosmopolita en el que todo el mundo te habla y te saluda por la calle, en el que se respira cultura y en el que hay muchísimo talento.