Fiestas mayores e hipocresía religiosa

Parle Vosté
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Disfrutar de una vida buena es, sin duda, una de las esperanzas de los seres humanos, desde que, más que menos, tenemos uso de razón. Aunque la verdad es que existen diferentes estándares de vida buena a los que cada cual puede aferrarse.

En la asociación L’Eliana Laica, nos planteamos hace tiempo conocer si la juventud de nuestro pueblo, esa que disfruta en el mes de julio de las fiestas mayores como uno de los elementos de expresión de vida buena, encierra dentro de ese disfrute la espiritualidad religiosa en la que se manifiestan muchos de los eventos público-festivos de nuestro pueblo.

Para ofrecer una de las posibles respuestas a esta duda, pensamos que sería interesante saber si la juventud que supuestamente participa voluntariamente en los eventos públicos religiosos después tiene una respuesta del mismo carácter ante su relación en pareja, cuestión esta a la que le atribuimos, al menos inicialmente, el carácter de buena vida. Para ello, solicitamos el juzgado de paz información del número registrado de uniones civiles y religiosas, teniendo en cuenta que para estas últimas es obligatorio su registro para poder validar sus derechos civiles, y dejando al margen las innumerables parejas que se unen sin ningún tipo de gestión administrativa.

 

AÑO TOTAL CIVILES RELIGIOSAS
2000 58 44 14
2001 62 38 24
2002 57 40 17
2003 78 59 19
2004 63 52 11
2005 93 77 16
2006 87 71 16
2007 80 74 6
2008 95 79 16
2009 84 77 7
2010 62 49 13
2011 95 84 11
2012 76 70 6
2013 69 63 6
2014 90 86 4
2015 76 73 3
2016 87 80 7
2017 67 64 3
2018 70 68 2
2019 64 62 2
2020 48 47 1
2021 77 74 3

Como podemos observar, los datos son demoledores, la caída de los matrimonios religiosos en las dos últimas décadas nos lleva a pensar que la religión es absolutamente irrelevante para la juventud de nuestro pueblo.

Mientras que en el año 2001 un 39% de los matrimonios se formalizaba de forma religiosa, a partir del año 2018 apenas son un 3% las personas que deciden unirse bajo un rito religioso.

Entonces, ¿Cuál es el motivo que lleva a nuestra juventud, más o menos cercana a su relación de convivencia en pareja, a acudir a los acontecimientos religiosos relacionados con las fiestas mayores?

En primer lugar, creemos poder afirmar que esta participación religiosa se da una única vez, a modo de obligación, por pertenecer a la comisión festera del año en curso. Posteriormente esa misma juventud desaparece de los actos religiosos.

Edad Hombres Mujeres Total
20-25 538 477 1.015
25-30 535 420 955
30-35 426 452 878

 

Y, en segundo lugar, afirmamos que, a pesar de la apariencia visualizada en comunicaciones institucionales y otras, la cantidad de jóvenes que participa en estos actos religioso-festivos está entre un 1’5 y un 2% de la población joven, como podemos observar de la pirámide de población. Es decir que la participación de nuestra juventud en los actos religiosos públicos es ínfima e irrelevante.

De estos datos, concluimos:que la participación religiosa se enmarca en una imposición de tradiciones de la iglesia católica, y que dichas tradiciones en estos momentos son potenciadas desde el equipo de gobierno de nuestro ayuntamiento.Creemos firmemente que este ayuntamiento está, por un lado, dando una importancia excesiva a un 2% de la población joven que manifiesta su participación religiosa en un Estado aconfesional, y, por otro lado, está despreciando al 98% de esa misma población por no ofrecerles alternativas de disfrute que no tengan connotaciones religiosas.No parece muy progresista, que un ayuntamiento invierta en asuntos que al 98% de la población no le interesan lo más mínimo, y que, además, solo sirven para perpetuar tradiciones casposas que nos sumergen en pasados de creencias oscuras y penitentes.Que se realicen uno, dos o tres matrimonios religiosos al año, o la ínfima asistencia a los servicios religiosos en nuestro municipio, da la clave de hacia donde debieran dirigirse los esfuerzos en la consecución de unas fiestas participativas y una vida buena.Un gobierno progresista debiera buscar justo la dirección contraria de la que se está tomando en este momento, y no incrementar cada vez más la religiosidad de las fiestas. No era suficiente con pasear a la virgen peregrina, a la del Carmen y al cristo del consol, ahora ya pasean a san José y a sant Antoni. ¿Qué será lo próximo?Es necesaria la secularización de las fiestas, donde participen de forma activa la mayoría de la juventud del municipio, donde se sientan participes y reconocidos por sus gustos y aficiones. Dejen de tratar las creencias y la fe como asuntos públicos y denles de una vez el carácter  particular y privado que se merecen, y que nadie les quiere quitar. Mientras esto no sea así, los jóvenes seguirán buscando vida buena alternativa en otros lugares diferentes a nuestro pueblo.

Jose Lorente.

L’Eliana Laica