Terrorismo y educación

El Aguijon
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TERRORISMO Y EDUCACIÓN

A sangre derramada, tiene Barcelona, España toda, grabada las Ramblas de Barcelona, donde esta vez, el fanatismo loco, ha usado el nombre de no sé que Dios, para segar vidas de modo indiscriminado. El fanatismo que es cáncer del mundo árabe, americano, europeo. Los dioses son ellos, los que se irrogan el poder de disponer de las vidas ajenas, sembrando de dolor y muerte iunútiles e innecesarios, todas las plazas y calles del mundo.

Las mejores labores preventivas de todos los cuerpos de seguridad de los Estados, se quedan cortas cuando luchan con enemigos que, en sus repugnantes mentes, tienen la idea de que matar y morir en atentados, es la mejor forma de alcanzar la gloria, que yo espero que sea un eterno infierno donde se pudran eternamente. Pero de todos modos, el dolor ya no tiene solución. Y ponen, estos Cuerpos y Fuerzas, todo su empeño y todo su conocimiento en evitarlos. Y muchos evitan. Su labor es encomiable e imprescindible, pero lamentablemente, no luchan en igualdad de condiciones.

Parto de la rotunda afirmación, de que los culpables, son ellos, los que derraman sangre inocente, cegados por el odio enfermizo a todo lo que es diferente a la idea preconcebida que estos chacales tienen sobre el mundo que habitamos. Esta rotunda afirmación, no obstante, quiero acompañarla de alguna reflexión, que puede no ser políticamente correcta, pero que mi impresión personal, es que es real.

El Islam, no es sinónimo de terrorismo. El mundo árabe no oculta un terrorista debajo de cada chilaba. Son los primeros que lo padecen, los que lo tienen mas cerca de sus apacibles vidas. La xenofobia, no ayuda a construir un mundo mejor. El cruzarnos de acera o de asiento de autobús, cuando a nuestro lado se sienta un gitano, un árabe…, es ponerle una etiqueta injusta a priori. El pagar menor sueldo al collidor de naranjas cuando es marroquí, hacer el boicot al niño o niña que no es de nuestra raza en el colegio, no es más que un acoso a todo lo que es diferente a nosotros. Eso ya lo hacen los terroristas. Cuando hacemos pintadas en una Mezquita, o rechazamos su ubicación cerca e nosotros, estamos creando un rechazo a nuestro comportamiento que, en cualquier momento, se puede radicalizar. 

Necesitamos otros ojos para mirar al ser humano como nosotros mismos,  sin poner por delante todos los prejuicios que llevamos dentro. Si siente que es tratado como un igual, es más difícil que prendamos en él la mecha del rechazo a nuestra sociedad, que es el primer paso para usar el nombre de Dios para matar a quién lo desprecia.

Insisto: los terroristas son los que matan. Pero no veamos a un terrorista detrás de cada persona que tiene otra cultura distinta a la nuestra.

A lo mejor todos salimos ganando. Y de paso, estaremos siendo justos.  

Miguel Ángel Martínez Collado

30/08/2017