Ricky Andrés

Gente de aquí
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L’Eliana es un sitio en el vibramos muchos en la misma frecuencia y en el que conviven muchas sensibilidades. Es un lugar que me hace sentir que estoy vivo"

Si algo caracteriza a este joven elianero de 38 años es saber que sí se puede hacer aquello que realmente quieres o deseas. “La vida te va llevando a ello, a veces sutilmente otras de un porrazo, pero se puede. Me encuentro en un muy buen momento, haciendo algo que me apasiona y que me gusta como lo es la creación artística. Ya sea en forma gráfica – diseñando- o componiendo al piano y tocando. Un instrumento en el que me puedo pasar horas. Ricardo Andrés Tomás es un elianero con solera. Es el mayor de tres hermanos, un chico y dos chicas. Sus bisabuelos llegaron a L’Eliana procedentes de Alicante y se quedaron para hacer el mantenimiento y reparación de las máquinas de madera del viejo molino y la fábrica de hielo del pueblo. “Un trabajo que hacían a la perfección", cuenta Ricky, "porque de oficio eran carpinteros y trabajaban la madera como nadie". "Mi abuelo paterno era Ricardo Andrés Ramón, más conocido en el pueblo como el tío Calet, el Fuster. Era ebanista y carpintero, un oficio que también heredaron sus hijos y que confluyó en la empresa familiar ‘Cocinas Andrés’ de la que formó parte algunos años junto a su padre y sus tíos. El abuelo Calet tuvo cinco hijos, Ricardo – mi padre - y mis tíos Conchín, Juan,Enrique y Andrés. De él heredé muchas cosas como la afición por la música clásica que escuchaba en aquellos viejos discos de vinilo". Diseñador Industrial de profesión, Ricky siempre ha vivido y trabajado en L’Eliana. Está casado y es padre de una niña y un niño. A los 18 años tuvo que decidir si seguía la carrera deportiva como profesional del ciclismo (deporte al que dedicó multitud de horas ganando muchas copas) o se iba a la universidad. Tomó el camino del diseño industrial por aquello de que la competición no era lo que él quería hacer. El diseño también le serviría de aportación en la empresa familiar. Sin embargo el piano, o más bien como el mismo explica, los teclados, ejercieron siempre una fascinación sin igual en su vida. De hecho, el piano ahora forma parte muy importante de su futuro profesional con el proyecto ‘Flowpiano’ en el que convergen conciertos y creación gráfica. “Siempre recordaré mi primer piano. Tendría once años cuando mis padres me trajeron un ‘Casio’ diminuto, tras un viaje que hicieron Canarias. Se convirtió en un amigo inseparable. Cada verano ese teclado iba aumentando de tamaño, hasta que una vez mi abuelo se presentó en casa con un piano valorado en un millón de pesetas. Había cumplido 18 años. Fue el mejor de los regalos. Es con el que toco y hago todas mis composiciones desde entonces". ¿Tocas de oído? "Sí. Recibí clases de solfeo y piano en la Unión Musical de L’Eliana a partir de los 18 años, aunque nunca me presenté al grado medio en el conservatorio. Soy un pianista básicamente de oído. Los clásicos me impactaban. Escuchar a Haendel, Bach, me dejaban en estado de 'shock'”. ¿Qué ha significado para ti vivir en un pueblo como L’Eliana? ¿Has necesitado salir? "Bueno como joven de estos tiempos he tenido la suerte de salir y estudiar algunos meses fuera. Concretamente en una experiencia de estudios en la ciudad de Leeds en Inglaterra. Fue una experiencia preciosa. Pero siempre he vuelto a L’Eliana. Aquí he trabajado en el proyecto familiar mucho tiempo, tengo mi casa mi mujer, mis hijos y también están mis padres y muchos de mis amigos. Yo creo que L’Eliana es un pueblo en el que se respira libertad. Con bosque, con río, son sitios en los que puedes perderte y luego regresar. ¿Qué es entonces para ti L’Eliana Ricardo? L’Eliana es un sitio en el vibramos muchos en la misma frecuencia y en el que conviven muchas sensibilidades. Es un lugar que me hace sentir que estoy vivo".