Manolo Lluna

Gente de aquí
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Llegué aquí con mis padres y fue mi madre la que se quedó prendada de L’Eliana, recuerdo nuestra primera casa en la calle Virgen del Carmen y como íbamos a comer helados al Torrent”

A algunos quizá les sorprenda saber que Manolo Ricart Lluna nació en Mislata un 3 de septiembre de 1969. Digo sorprender porque cuando uno se para un momento a hablar con él en las calles de nuestro municipio a menudo es interrumpido por vecinos y amigos de Manolo que lo saludan como si lo conocieran de toda la vida. Cuesta creer que fuera como él dice “un chaletero”. Manolo no es de L’Eliana desde siempre, de esas familias arraigadas en L’Eliana, no tiene un apellido popularmente conocido como elianero, pero como si lo fuera. Cuando tuvo 13 años y a través de unas amistades conoció este pueblo que al final terminó siendo su casa. “Llegué aquí con mis padres y fue mi madre la que se quedó prendada de L’Eliana, recuerdo nuestra primera casa en la calle Virgen del Carmen y como íbamos a comer helados al Torrent”, explica con nostalgia. Por aquel entonces vivía a caballo entre Mislata y L’Eliana, “veníamos aquí en verano, en pascua, los fines de semana y cada vez que teníamos un día libre”. Desde los 13 años Manolo comenzó a trabajar durante esos fines de semana en el Horno de las Nieves, “allí estuve durante casi 10 años y sobre todo aprendí a atender al público”. Estudiar nunca fue lo suyo pero su madre – a la que guarda un gran respeto y admiración – siempre le enseñó que tenía que ganarse la vida. “Ella siempre me decía ‘tienes que ser respetable para que te respeten’, no le gustaba que mis hermanos ni yo estuviéramos parados sino que nos buscáramos la vida por donde fuera”. Él y sus cuatro hermanos lo han hecho y todos están vinculados con nuestro pueblo. “Quiero con locura a mis tres hermanos: Pepe, Bienvenida y Fran son un apoyo incondicional”. Tras terminar su trabajo en el horno la vida de Manolo dio muchas vueltas “yo no sirvo para estar encerrado, no me gusta el trabajo de fábrica, ni de oficina, así que pasé por diversos trabajos como secretario, vendedor de casas y hasta en la línea de montaje de IBM y aunque se me daba bien y eran buenos lugares con buenos sueldos para cualquiera, no me acabaron de convencer”, afirma Manolo. Fue en ese momento cuando la vida de Manolo dio un giro y por pura casualidad terminó regentando uno de los establecimientos más emblemáticos de nuestro pueblo. “Una amiga mía, Amparo, tenía una paquetería en la calle y quería cerrarla, una noche de cachondeo le dije: ¿Y si me prestas el bajo y monto allí un kiosko?” Dicho y hecho. El kiosko-papelería Lluna - que muchos de nuestros lectores recordarán - había nacido. Y allí estuvo durante 14 años. “Me encantaba, el trato con la gente, atenderlos y verlos todos los días. La verdad que fue el trabajo que más me gusto”, explica. A Manolo también le apasiona el mundo fallero. Forma parte de la Falla Josep Antoni desde el año 90/91 – desde el 2005 como Presidente - y allí dice haber encontrado a sus verdaderos amigos. “ Tengo la suerte de contar con buena gente a mi alrededor, que me cuida y me ayuda en todo, si no hubiese sido por mi colaboración con la falla probablemente mi vida hubiese sido muy diferente”. Cuando le pido a Manolo que se describa lo tiene muy claro “soy una persona cien por cien pasional, muy entregado, para mí todo es una ilusión y aunque la vida me ha dado palos soy positivo y pienso que siempre hay que volver a arriesgar”. Tras estas palabras dos mujeres aparecen a sus espaldas, una de ellas lo besa en la mejilla y le recrimina que no se haya acordado del cumpleaños de una amiga en común. Dos amigas más, dispuestas a tomarse un café con él en cuanto termino la entrevista. Despido a Manolo con una última pregunta, ¿qué es lo que más te gusta de L’Eliana? “¡Todo!” –dice riendo – “podrías escribir ocho páginas. Sólo te digo una cosa, a mí que no me saquen de aquí.”