Ángel Cristóbal García

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Ángel Cristobal García, es conocido en l’Eliana por su trabajo como vocal al frente de la Junta Local Fallera. Una organización en la que ha estado dando el “do de pecho” durante más de una década. “A mí lo que me gusta de la falla es el trabajo organizativo. Que todo salga lo mejor posible en beneficio de la comunidad fallera en general”,  afirma, serio y seguro  de lo que habla. “A la falla hay que mimarla, auspiciarla y sobre todo quererla” - continúa Ángel - “y  mi trabajo en la Junta Local Fallera siempre lo he considerado como el de un peón al servicio de las falleras. Porque ellas son las reinas de la fiesta y nosotros desde dentro de esta organización debemos procurar que todo esté perfectamente controlado para que ellas se luzcan y vivan su reinado lo mejor posible, con el menor número de problemas, Y lo que es más importante de todo, sin que se produzca distinción de ninguna clase entre las distintas fallas del municipio. 

Natural de la ciudad de Valencia, Ángel nació en la calle Hospital de la capital, pero pronto se fue a La Canyada, donde se trasladaron sus padres y sus 12 hermanos. Allí pasó los primeros años de su niñez.

Una familia super numerosa Ángel. ¿Qué lugar ocupa entre los 13 hermanos y cómo fue tu infancia?

Soy el quinto en la lista. No estoy justo en el medio, pero soy del grupo de los mayores. Mi niñez fue como la de muchos en aquella época, en una familia con muchas bocas que alimentar. Tuve una infancia dura y la necesidad nos agudizaba el ingenio. No me gustaba mucho el cole y la verdad es que me salte muchos días de clase para ir a trabajar en lo que podía. De La Canyada nos fuimos a Benaguacil,  luego a Llíria y finalmente a l’Eliana.  Mi padre era una persona muy autoritaria y no podías saltarte sus normas porque enseguida recibías. Eso nos convirtió a mis hermanos y a mí en chicos listos que aprendíamos pronto la lección. 

¿En qué trabajaba tan niño?  

En lo que se podía. Recogía cristales, garrofas… Lo que hubiera para venderlo después. Fue una época dura que me enseñó muchas cosas. Más mayor, aunque todavía era un niño, llegamos a vivir a una cueva en Benaguacil y luego, en Llíria, estuvimos en una casa mejor. Allí empezamos a vender iguales. Los vendíamos para ayudar a mi padre y el objetivo era venderlos todos cada día. 

Una infancia muy dura ¿Le marcaron esos años?

Aprendí mucho. Entre otras cosas que no todo vale. Pero aprendes a que cada día tienes que ganarte lo que necesitas para vivir. Una lección muy importante. Sabía que si salía de casa era para volver con algo. 

¿Cuándo llega a l’Eliana y cómo era el pueblo? 

A l’Eliana llegué con 12 o 13 años. Todavía no estaban las calles asfaltadas. Alquilamos una caseta a la Tía Gloria. Pronto empecé a trabajar en la fábrica de colchones. A los 15 ya había fabricado mi primer colchón entero y ahí descubrí que me gustaba mucho hacer cosas con mis manos. También lo importante que era tener un jornal. Después vinieron otros trabajos en la obra. He trabajado más que un burro haciendo piscinas.  

 Y es entonces cuando conoce a Carmen, su mujer.

Sí, conozco a Carmen y ya no me separo de ella.  Una frase suya me atrapó para siempre: “la mujer que te coja va a ser la más feliz del mundo”. Con ella he tenido dos hijos que son mi orgullo, Belén y Nacho. 

Fallero de la falla Antic Molí y padre de Ana Belén Cristobal, Secretaria de la Junta Local Fallera de l’Eliana. ¿Siempre ha sido fallero?

La verdad es que no. He sido fallero por mi hija Ana Belén, que soñaba con serlo y fue fallera mayor en el año 2008. Yo entonces me dije que sí ella entraba en la falla yo también, pero para ayudar. Y así  ha sido hasta el año pasado y en la Junta local. Siempre velando por la mejor organización de la fiesta.

¿Cuál ha sido su labor en la Junta? 

Como vocal mi labor siempre ha sido la de defender los intereses de todas las fallas de l’Eliana. Nunca la de una comisión específica. Las Fallas son las fiestas de todos los valencianos en general y de los elianeros muy en particular. Una fiesta que necesita mucha organización y trabajo para que las falleras y falleros vivan sus actos y sus reinados lo mejor posible. 

A veces se trabaja mucho y no llueve a gusto de todos ¿Cómo se vive eso?

Como se puede pero siempre con respeto. Siempre hay alguien que no entiende una decisión. Yo he sido un trabajador para las fallas. No me he sentado nunca a disfrutar de la fiesta como fallero. Siempre he estado al pié del cañón y trabajando por todas las comisiones por igual. Algo a veces complicado porque yo soy de los que van con la verdad por delante siempre. Tengo capacidad de trabajo y mucho sentido del deber y del respeto. Si creo que algo es para bien no me echo para atrás. Creo en eso de hacer las cosas con equidad y de manera justa.

Su hija, Ana Belén, es la Secretara de la Junta. Una persona que tiene que tomar decisiones ¿Cómo lo ha vivido y cómo lo vive?

Con profundo respeto. Si me pide consejo se lo doy. Y las decisiones que tome, esté de acuerdo con ellas o no, siempre las he acatado. Y si no me gusta también lo digo pero sin faltar a nadie.

¿De qué está más orgulloso en su vida?

De mi familia, por supuesto. Mi mujer Carmen ha sido el pilar fundamental de nuestra casa. Pero también del trabajo bien hecho dentro de la Junta. Si se me ha caído un anillo no me ha importado recogerlo. Creo que he me he ganado el respeto de todas las fallas y he sido capaz de dejar los colores políticos fuera.