Nuevos centros comerciales en l'Eliana

El Aguijon
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Cuando se aprobaron las vigentes Normas Urbanísticas (2001), el planteamiento comercial del municipio estaba claro. Nada de comercios en las áreas residenciales o urbanizaciones excepto el que estuviera vinculado a vivienda, el “compatible con la vivienda”. Y así se ha aplicado, a rajatabla. En todos los informes urbanísticos y certificados de compatibilidad urbanística referentes a zonas de vivienda aislada o adosada emitidos por la Concejalía de Urbanismo de los últimos 16 años aparece claramente “no se puede destinar a uso comercial más del 50% de lo edificado”, “la vivienda debe existir junto a la actividad”, “la superficie comercial no puede superar a la residencial”…

En estas estábamos cuando de repente, “Deus ex machina”, aparece un “Estudio de Detalle de la Manzana 51 que solo ordena volúmenes” (sic) y resulta que una sola parcela, destinada a adosados en las Normas Urbanísticas, se puede apropiar de todo el uso comercial de la manzana donde se encuentra el residencial “La Siesta 2” y destinarse íntegramente a uso terciario. A todo esto, sin cambiar de técnicos municipales ni de concejala de urbanismo. Como diría el Presidente de Cantabria, “Si me pinchan, no sangro”.

El cambio de interpretación de las normas que pasa de aplicar el 50%-50% residencial-comercial por manzana en lugar de por parcela, sienta un peligroso precedente (lo contrario significaría un sospechoso “traje a medida”). A partir de ahora cualquier parcela calificada como AIS o ADO, es decir, cualquier parcela ubicada en cualquier urbanización de L’Eliana, es susceptible de convertirse en centro comercial si se dan las mismas circunstancias (tamaño de la parcela y resto de la manzana no comercial).

Así pues, no estamos ante un criterio técnico o jurídico sino ante un posicionamiento estratégico y, por tanto, político. Estamos ante un cambio de paradigma en la estructura comercial de L’Eliana. Vamos a pasar de una estructura típica de pequeña ciudad europea con un centro urbano histórico con pequeños comercios, aparcamientos disuasorios, áreas puramente residenciales y grandes superficies en zonas acotadas a otro planteamiento más parecido al que encontramos en el Medio Oeste estadounidense, en el que cada área residencial es autosuficiente.

Y por ahí van los tiros. Si el centro comercial con aparcamiento propio situado junto a La Siesta 2 abastecerá a los vecinos de Montepilar, Montealegre y urbanizaciones colindantes, el centro comercial que se podrá ubicar en la Avenida Bonavista podrá abastecer a Hendaya, Bonavista y Las Tablas. Esta vez la implantación del nuevo centro comercial no se ampara en una “nueva interpretación” de las normas. Aquí ya vamos directamente a una “Modificación Puntual de la Homologación Global de las Normas Subsidiarias de L’Eliana”. Y los cambios de la ley no los impulsan los técnicos sino los políticos.

¿Cabe pensar que todos estos centros comerciales crearán empleo? Evidentemente, sí. ¿Cabe pensar que también lo destruirán? Evidentemente, también. ¿Perjudicarán estos medianos centros al tejido comercial del centro urbano (histórico y ensanche)? Ustedes mismos. Personalmente no soy nada optimista.

Hay quien cree que los locales comerciales del centro del pueblo están en manos de “cuatro” propietarios, que el precio del alquiler está muy alto y que, con estos centros comerciales, se paliaría esta situación. Alguien debería aclararles que el mayor propietario de locales comerciales no llega al 1% del total y que los alquileres bajos, los locales sin ocupar y la precariedad es la tónica habitual del pequeño comercio. Mercadonas aparte, el tendero que se saca el sueldo a duras penas es el prototipo que nos encontramos. Solo hay que hablar con ellos para darnos cuenta. Este pequeño comercio de proximidad subsiste a base de esfuerzo y temblando, consciente de lo precario del ecosistema en el que se encuentra. ¿Vamos a ir contra él? ¿Queremos un núcleo histórico puramente residencial y administrativo? Eso sí, petado de terrazas dando la matraca hasta las dos de la madrugada que eso en las urbanizaciones no lo queremos ni en pintura.

En vista de la que parece que se va a armar, uno se pregunta: ¿No hay problemas urbanísticos que solucionar para que nos inventemos problemas nuevos? ¿No hay un polígono industrial con gestiones a cámara lenta, urbanizaciones pendientes de que se replantee su flujo de tráfico y con un mantenimiento prácticamente nulo? ¿No hay que mejorar la permeabilidad urbana del norte del centro y la intercomunicación entre áreas residenciales (Avenida Germanías, por ejemplo) y un largo etcétera?

¿Con tantas tareas pendientes desde hace décadas, era necesario abrir la Caja de Pandora?

José Luis Coll Torrent

13/02/2017