La vieja Europa insolidaria

El Aguijon
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Los que tuvimos la vieja vocación de ensanchar fronteras, hacia el norte de los Pirineos, porque soñábamos formar parte de un mundo globalizado, porque no queríamos seguir siendo el norte de África, celebramos en su día , el final de los pasaportes para traspasar fronteras, y el cambio de moneda para pagar en según que país visitábamos. Y sobre todo, porque creímos dar un paso importante en una unificación que nos igualaba un poco más. 

La Europa solidaria que nos vendieron, no había tenido ocasión de someterse a la prueba del algodón. Solo conseguimos trasladar las fronteras a un mayor perímetro de terreno- En la primera ocasión que se no ha presentado, nos vuelve a salir el pelo de la dehesa, para reivindicarnos como primer mundo, de espaldas a las desgracias de otros mundos , que no están en el nuestro, pero que también existen.

Es vergonzosa nuestra actitud ante un país, -hoy Siria, ayer y mañana otros de la zona que cometen barbaridades en nombre de algún Dios- que da la espalda al pueblo masacrado que no tiene otra opción que morir bajo la barbarie o luchar por llegar a otros lugares donde puedan sobrevivir, pese a que cuando emprenden el éxodo, saben que gran parte de ellos solo van a encontrar otra forma de morir en el intento.

Pero, los que consiguen llegar, se encuentran con que este viejo continente, tampoco los quiere. No los matan con las bombas de las que huyen, sino de forma mucho mas refinada. Les montan un basurero humano, alejado de la culta y poderosa Europa de toda la vida; los envían cerca de las puertas del infierno del que salieron, -eso sí, pagando un arrendamiento al estado propietario de esos infernales campos de refugiados alejados de nuestro refinamiento y buen gusto- y la sorda conciencia europea queda dulcemente dormida con la respuesta “humanitaria” que da al problema.

Y en esos campos, -vemos las imágenes cada vez que encendemos el televisor- los refugiados se sienten igual de mal que antes de huir de la masacre. Porque el cañonazo mata de repente. La muerte en estas “reservas” es lenta. El frío, el hambre, el barrizal, y las enfermedades que propician estos “hoteles” es mucho mas lenta aunque casi igual de segura.

Y lo peor es, que esto ocurre por decisión de los que mandan. El pueblo, tanto el nuestro como el resto de Europa, son solidarios y queremos mejor destino para estos seres humanos, y tenemos la voluntad de poner los medios humanos que dignifiquen tanta desgracia. Son, una vez más, los líderes políticos, los que toman las decisiones en nombre del pueblo los que deciden que no se mezclen con nuestra vieja sangre, reserva especial del primer mundo, la de los desheredados de la tierra, que como las sardinas, murieron para ser fritos.

No me interesa esta vieja y rancia Europa medieval que perdió el humanismo en cualquier esquina de la historia. Sigo añorando la solidaridad entre los pueblos, en un mundo único . Pero de momento, solo tenemos varios, el que juega en Champion , y los de segunda tercera y hasta cuata división.

El primer día en que la tierra haga su primera parada en esa rotación eterna, me quiero apear. Y a todo esto, Dios sigue sin aparecer.

Miguel Ángel Martínez Collado

22/3/2016