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Importante presencia de L'Eliana en el II Certamen de Microrrelatos Maratón

Cinco elianeros elegidos para la final convocada por CLAVE

Muy importante ha sido la presencia literaria de L'Eliana en la II segunda edición del Certamen del Microrrelatos Maratón convocada por la Asociación Valenciana de Escritores y Críticos Literarios CLAVE conjuntamente con el Ámbito Cultural del Corte Inglés.De entre los 150 escritos recibidos por la organización que preside el escritor y periodista Francisco Ponce, el jurado seleccionó cuarenta y dos , quedando fuera de la final ciento diez microrrelatos. Entre estos cuarenta y dos escritos seleccionados, cinco fueron de ciudadanos de L'Eliana.

Begoña Albert, Vicente Viguer, Pura Peris, Miguel Ángel Garófalo y Carmen Berga son los nombres de los elianeros que llegaron sobradamente a la meta literaria propuesta por el Certamen Maratón. Además cuatro de esto cinco finalistas elianeros pertenecen también a la asociación cultural literaria 'Jam Poética de L'Eliana' por lo que el sentimiento de alegría en nuestro municipio es doble.

Un merecido reconocimiento al nivel y calidad literaria de estos escritores que ha sido plasmado en un diploma entregado por la Asociación Valenciana de Escritores y Críticos Literarios durante la lectura de los escritos, que tuvo lugar el pasado martes 4 de Junio en el Ámbito Cultural del Corte Inglés.

Desde L'Eliana nuestras más sinceras felicitaciones a todos los galardonados y que ese reconocimiento sirva de aliento para continuar escribiendo. Por nuestra parte os adjuntamos los microrrelatos seleccionados para que los puedan disfrutar los lectores de Vivaleliana!

Título: La Diferencia. Autora: Begoña Albert

Sería más de medianoche cuando ella le abandonó. Él dormitaba en el sofá como cada noche sin darse cuenta de lo que estaba ocurriendo. Su compañera salió de puntillas para no despertarlo; no tenía ganas de dar explicaciones en aquel momento. Cuando cerró la puerta de la sala pensó: "Tantos años juntos y nunca hemos hablado el mismo idioma; nunca hemos visitado los mismos lugares con un interés común y nunca hemos visto nadar a un pez en la misma dirección. ¿Para qué seguir aquí? ¿Si ni tan siquiera apreciamos los amaneceres con los mismos colores?" Él era corto de vista; ella demasiado "larga", pero, en realidad, los dos estaban ciegos.

Título: Océano. Autora: Pura Peris

La brevedad del silencio, que se había adueñado de la situación, había atenazado su cuerpo convertido en guitarra muda ante aquellos ojos que traspasaban su carne rozando lo más profundo de sus secretos. Despojada de todo ornato, y sin más vestido que su alma desnuda, vagaba por la habitación repleta de personajes vacíos, parlantes sin voz, equilibristas del circo de la vida, vida que hasta ese momento fugaz lo había sido todo y que, ante el fulgor de la mirada que la observaba desde el otro lado de la sala, se había transformado en la nada más absoluta. Alguien a su alrededor intentaba captar su atención perdida en la senda invisible de un electrizante deseo de llegar hasta esos ojos, de nadar en esas aguas profundas, cristalinas que se desbordaban por el filo de unas pestañas negras, puertas de un océano placentero, cuyo parpadeo dirigía, sin remedio, el latido de su corazón. Desvió su mirada, apenas un instante, hacia su interlocutor...antes de que alcanzara a ver siquiera su perfil algo le impidió seguir, una mano firme pero suave, aterciopelada, se extendía ante ella con la palma abierta hacía el cielo. Sin titubear asió la mano, había llegado al océano.

Título: Ellos, él y ella. Autor: Miguel Ángel Garófalo

Ella hablaba de cosas. Él no sabía de qué. Ella de pie. Él sentado. Quietos. Fuera todo giraba; el ruido y la gente, las prisas y el mundo. Ella hablaba de cosas, de muchas cosas. Él no sabía de qué. Ella tampoco. Algo de no sé. Nada. Algo de vacío en los ojos de él. Ella lo veía, lo sentía y hablaba. Hablaba y hablaba.

Brusco, él bajo la mirada. Ella fue bajando la voz. Bajo la voz sin querer. Como sin querer le vino la imagen de un plato cayendo. Ella quiso abrazarle. Él supo que debían de abrazarse. Ella estiró los bazos. Él se quedo quieto. Ella dijo su nombre y él... Él se puso de pie. Ella le abrazo como pudo. Medio llanto, medio risa, estoy aquí mi amor. Estoy aquí. Él dijo, lo sé y ella beso el rostro. Toda la cara. La frente, las cejas, los parpados, la barbilla y los labios. Fríos como el mármol. Él la abrazaba a ella. Ella le abrazaba a él.

Había dicho, lo sé. Pero había dicho lo sé sin levantar la mirada, concentrado en los trozos, desparramados y rotos, que ensuciaban el suelo.

Título: Puenting. Autora: Carmen Berga

Cuando se arrojó, su rostro recordaba el color de los muertos. No dudó. Se lanzó balanceándose verticalmente.

Al pisar suelo era tal su euforia que vociferó:

? ¡Acojonante! ¡Es acojonante! ¡Merece la pena! ¡Tía - nunca me había llamado así - la próxima vez nos echaremos los dos, no te lo puedes perder...!

? Jamás te secundaré en esta hazaña.

Hoy, es tal la angustia y desazón que me provoca el trabajo que estoy decidida a lanzarme a ese tipo de aventura. .

En mi mente un torbellino de emociones, miedo, excitación, impaciencia, ilusión... La adrenalina fluye por mis venas. Mis piernas tiemblan, noto un retortijón, temo no controlar mis esfínteres. El miedo me invade. Sujeta, bien atada, espero que todo salga perfecto. Tomo oxígeno.

Mi cuerpo flota libre de ataduras. Mi cuello se reclina sobre los fuertes y ásperos brazos de las cuerdas. Me siento envuelta en un aurea de humo sulfúrico como algunas deidades secretas. El paisaje se mueve, gira sin seguir normas, me aturdo, las raíces cubren con su sombra las copas de los árboles. ¡Es una visión difícil de explicar!

¡Estoy koala! ¡Igual me tatúo y me pongo un piercing...!

TItulo: HIstoria inverosímil. Autor: Vicente Viguer Espert

Manuel jamás se había muerto; no tenía experiencia alguna.

Apenas habían transcurrido unos minutos de su tránsito; todavía no se había recuperado de la impresión. Recordó que una vez le preguntó a su madre:

- ¿Qué pasa cuando te mueres?

Pero no recordaba respuesta alguna, posiblemente porque no le contestara, pero lo cierto es que ahora no le iba a servir de nada darle vueltas al asunto.

Le protestó al robusto bombero que le sacó del lecho del río y que le trataba sin ninguna consideración, pero pronto se dio cuenta de que el hombre no se enteraba.

Lo bueno es que a pesar de estar empapado no tenía ni frío ni calor y pensó:

- Tendré que acostumbrarme a mi nueva situación... ¡por lo menos no me duele nada!

En ese mismo instante se elevó como un metro sobre su propio cuerpo tendido en el suelo, justo antes de que metieran al muerto dentro de aquel asqueroso saco negro de plástico, con cremallera central.

El ruido de la cremallera al cerrarse le produjo escalofríos, por un momento cerró los ojos de su espíritu, para abrirlos de inmediato interesado por no perderse nada de lo que allí sucedía...