José Marco

Gente de aquí
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“Soy una persona muy familiar, me gusta mucho estar con mis padres, con mi mujer, con mis hijas… por eso me gusta vivir en L’Eliana y pasar mi tiempo aquí aunque mi trabajo me obligue a viajar constantemente”

Me siento con José Marco Badía en un conocido café de L’Eliana. Es una de esas personas que cuando las conoces un poco… ¡te sorprenden!. Muy cercano, extrovertido, jovial, hablador, nervioso… Nada más llegar me advierte de los peligros que tiene la bebida que estoy consumiendo. Empiezo a preguntarle sobre su vida y de repente espeta: “¿No me vas a preguntar nada sobre música?”. “No demasiado”- le contesto – “esta entrevista no va sobre La Habitación Roja sino sobre ti”. “¡Ah! Genial, ¡me encanta!” Y desde ese momento puedo llegar a conocer, sin casi haber mediado palabra con él, al José Marco Badía de hace unos 30 años. “Yo soy de L’Eliana de toda la vida, de la familia Marco, el hijo del del restaurante. Aquí nací hace 40 años, aquí jugué y crecí y todavía me vienen a la mente anécdotas de aquellos tiempos en los que L’Eliana era muy distinta de como es ahora”, explica con nostalgia. “Recuerdo como jugaba con mis primos y mis amigos en la plaza. "Nos columpiábamos en los árboles, íbamos al parque cuando todavía no era parque sino una pinada, nos inventábamos que estábamos en las Olimpiadas haciendo carreras y pintando las pistas con tiza y hacíamos rabiar a Moro, el perro del cura”, dice con un destello de añoranza. José Marco vivió su niñez encima del todavía Restaurante Marco, ubicado en la calle Palacio – antes conocida como El Carreró –, acudió al colegio Virgen del Carmen del que todavía tiene gratos recuerdos. “Tengo un gran cariño a la profesora de valenciano, Àngels. Cuando era niño y le preguntaba si había aprobado y me decía que no, era porque había suspendido. En cambio si me decía que no lo sabía, yo ya tenía claro que había aprobado. Es un poco triste porque muchas de las cosas que yo viví de pequeño en este pueblo parece que se hayan perdido con el tiempo”. Al pasar los años y entrar en el Instituto de L’Eliana, José Marco coincidió con su amigo de toda la vida Jorge Martí y mientras todos sus amigos se iban de discoteca, ellos iban a comprarse un disco y pasaban la tarde escuchándolo sin parar. Se hicieron con una batería (José) y una guitarra (Jorge) y fundaron el grupo de L’Eliana ‘La Habitación Roja’. En ese momento, nadie podía presagiar que llenarían estadios, venderían discos como churros y harían giras que les llevarían por toda España e incluso fuera de nuestras fronteras. “Al empezar se reían de nosotros, nos llamaban Los Pecos porque decían que éramos muy flojitos. Pero hacíamos lo que nos gustaba así que seguimos adelante hasta que ganamos el concurso de Circuit Rock”. Diecisiete años después, y con ocho discos publicados, nadie se ríe de los chicos de ‘La Habitación Roja’ y mucho menos de su éxito. A pesar de ese éxito, Jose sigue viviendo en L’Eliana y es frecuente verlo pasear por las calles de nuestro pueblo como uno más, últimamente acompañado de dos pequeñas señoritas, sus hijas Clara y Valentina. “Soy una persona muy familiar, me gusta mucho estar con mis padres, con mi mujer, con mis hijas…por eso me gusta vivir en L’Eliana y pasar mi tiempo aquí aunque mi trabajo me obligue a viajar constantemente”. De hecho, hubo un momento, al jubilarse su padre, en el que tuvo que decidir entre el negocio familiar o seguir con la música. “Mi mujer, María, fue la que en un primer momento me animó a fundar un grupo, cuando ella tenía 16 años y yo 21. Fue también ella la que me animó a seguir con la música porque para mí el Restaurante Marco tiene un gran significado sentimental”. Para José Marco la familia es lo más importante, algo que difícilmente compagina con su carrera musical. “Soy muy sufrido, a veces demasiado, por eso mis amigos me llaman ‘Jose la anticipación negativa’, pero no puedo evitarlo”. Además de su familia, es María –su mujer – la que lo mantiene con los pies en el suelo. “Me apoyo muchísimo en ella, nunca la he visto derrumbarse, ni quejarse, ni dejar de sonreír y eso para mí es digno de admirar.”