Ángeles Gandía es la presidenta del Cor de l’Eliana, un colectivo al que está ligada más de 15 años. Natural de la ciudad de Valencia, concretamente del barrio del Carmen de la capital, la presidenta del Cor de l’Eliana explica que siempre le atrajo la vida de pueblo. “Cuando mis hijos, Anna y Miquel, eran pequeños los llevaba a un colegio cercano en La Cañada. Quería una buena educación para los niños y también que respiraran aire puro. Así que, como muchos de mi generación, optamos en principio por un chalet de veraneo en l’Eliana, en el que pasar los fines de semana y las vacaciones. La naturaleza, la posibilidad de ir en bici, los paseos por el campo y la tranquilidad que disfrutábamos en l’Eliana pronto se convirtieron en elementos imprescindibles para tener una calidad de vida.”.
¿Cómo decides quedarte a vivir en l’Eliana?
Cuando venir los festivos ya no era suficiente y empiezas a sufrir el síndrome del fin de semana. La forma de vida y lo que nos gusta estaba en este pueblo. No había duda. Nos trasladamos del piso de Valencia a finales de los años 80. Mis hijos se han criado aquí y aquí sigo después de 25 años.
El Cor de l’Eliana que ahora presides ¿es en dónde comienza tu experiencia vocal?
Siempre he estado vinculada al mundo coral. En Valencia pertenecí al Coro de San Bautista Comes ahora reconvertido en el de Amparo Iturbi. Luego estuve en el Navarro Reverter, un coro en el que estaban muchos empleados de la actual Bankia. Al Cor de l’Eliana llegue tras descubrirlos en una actuación que tuvo lugar en la Torre del Virrey. Recuerdo que me impacto mucho esa manera coral en manos de Juli Hurtado y me dije: Yo quiero estar en un sitio así, este el mío, el coro que yo quiero
¿Qué tenía el Cor de l’Eliana?
La verdad es que es distinto a cualquier otro coro. Es natural, fresco, alegre, flexible, y además muy trabajado. El Cor de l’Eliana tiene un estilo particular y propio que se nota en las canciones, el repertorio, el vestuario, los movimientos. Hay interacción entre todos que lo componentes. Lleva el sello de Juli Hurtado. Una fuerza que nos ha traspasado y que, aunque no esté ahora entre nosotros, es un legado que hemos interiorizado y que permanece.
¿Qué voz eres en Cor de l’Eliana y es importante saber cantar?
Soy soprano. Cómo decía Juli, todos podemos cantar y encontrar nuestro sitio en el Cor de l’Eliana. Nadie ha necesitado nunca, ni lo pretenderemos tampoco ahora, hacer una prueba de canto para estar en él. Si quieres cantar con nosotros no tienes más que venir y hacerlo. En este momento queremos que venga gente joven. Que se animen, sobre todo los chicos. Necesitamos voces masculinas.
¿Qué te aporta el Cor de l’Eliana?
Estar en el Cor de l’Eliana es disfrutar sin ninguna duda. Aprendimos con Juli que lo fundamental al cantar es pasárselo bien. De manera holgada, fluida y natural. Además nos enseña la lengua valenciana y a pronunciarla, porque tenemos mucho repertorio en valenciano y tenemos que vocalizar. También nos enseña muchas costumbres y canciones populares olvidadas. El Cor de l’Eliana es una fuente inagotable de cultura.
¿Cuánto tiempo llevas en el Cor de l’Eliana y desde cuando eres su presidenta?
Por lo menos 16 años cantando ensayando religiosamente, cada lunes a partir de las 21.45 horas, con mis compañeros/as. Somos una pequeña y gran familia. Como presidenta recogí el testigo que dejó Pura Alcañíz, cuando Juli hurtado se puso malito. Sabíamos que eso era lo que quería Juli, que no se paralizara el Cor de l’Eliana y seguir mirando siempre hacia adelante. En eso estamos.
Además de cantar sabemos que te gusta el teatro y el guiñol.
Si, de hecho estoy en la Asociación Teatreliana y también hago títeres y guiñol con mi compañía de Teatro Rosales. Ahora un poco en la trastienda porque se necesita espacio y no lo tengo pero llevo en ella más de 10 años. De momento toda la logística y los muñecos están en casa.
Cantar, que el Cor de l’Eliana es fundamental en tu vida … pero ¿ y l’Eliana? … el sitio que elegiste para vivir ¿qué significa para ti?
L’Eliana es el reflejo de sus gentes. Un lugar abierto, solidario, integrador que aunque ha crecido y evolucionado conserva su esencia de pueblo. Es el sitio que me llena y el lugar en el que tengo todo lo que necesito para ser feliz.