Una historia de discriminación a la mujer en l'Eliana

El Aguijon
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La discriminación a la mujer es el síntoma más claro de que una sociedad no es moderna, ni inteligente. Es una vergüenza que debemos denunciar y cambiar ya si aspiramos a vivir con igualdad y respeto.

La siguiente historia le ha sucedido a mi pareja recientemente en L´Eliana, un próspero pueblo de la provincia de Valencia, donde residimos desde hace un tiempo:

En Junio de 2015, mi pareja hizo una entrevista para atender una tienda. Después de hacer la entrevista le dijeron que en una semana le dirían algo, pero que el puesto era para comenzar a trabajar a finales de agosto.

Después de una larga espera, finalmente en agosto le llamaron comunicándole que había terminado el proceso de selección de candidatos y que le habían elegido a ella. Le citaron para ver los detalles del contrato, salario, horarios.

El puesto que le ofrecieron, de dependienta, iba a ser de media jornada o de ¾ de jornada.

Paralelamente, muy pocos días antes, en nuestras vidas sucedió un hecho maravilloso e inesperado: mi pareja estaba embarazada. Íbamos a ser papás; nuestro primer bebé.

El día que le comunicaron que el puesto era suyo, ella estaba doblemente feliz: primero por tener una fuente de ingresos con un trabajo cerca de casa que le motivaba mucho y, segundo, porque, con un bebé en camino, contar con ese ingreso era sinónimo de respirar más tranquilos con todos los gastos.

Ya en casa, ella pensó que lo mejor sería contar la noticia a sus futuros jefes, para mostrarles honestidad y transparencia, y para que ellos pudieran organizar con tiempo la marcha de la empresa para cuando llegara la fecha de su parto (abril 2016). 

Consultó a amigos y familiares y la mayoría le decían que no lo dijera. 

Reflexionamos sobre decirlo, también sobre la ética, sobre cómo queremos vivir la vida, sobre cómo está diseñada nuestra sociedad, sobre el papel de la mujer y sobre la discriminación… sobre lo injusto y degradante que es tener que plantearte dar explicaciones cuando te han seleccionado para un trabajo por tus aptitudes, no por tu género, ni por tu biología.

Ahí me di cuenta de lo discriminada y desprotegida que está la mujer en muchos ámbitos de nuestra sociedad. Y en el ámbito laboral es algo exagerado. Y está asumido por todo el mundo. Ya de antemano, todos nos advertían de que si lo decía, no la iban a contratar.

Pensamos que al ser una tienda con una cara humana, moderna y “espiritual”, sumado a que la gerente era una mujer joven que acababa de ser madre, serían comprensivos y tendrían una cierta empatía y sensibilidad; y además valorarían la honestidad de contarles algo que la gran mayoría hubiera callado.

Mi pareja fue a hablar el lunes 17 de agosto por la mañana con el dueño de la empresa y padre de la gerente.

Volvió a casa más relajada ya que estuvo charlando con él un buen rato y le comentó que la última palabra la tenía su hija, pero que pensaba que no iba a ser problema. Le citaron por la tarde. Al reunirse por la tarde la gerente le comunicó que no la iban a contratar por estar embarazada, que gracias por haberles avisado y al final añadió que ella estaba a favor de la inclusión de la mujer…

Tristeza, pena, vergüenza ajena, rabia, impotencia, indignación…

Después de pasar todos estos sentimientos, asumimos que la sociedad en la que vivimos es egoísta y competitiva y que la máxima que se fomenta sería algo así como “o pisas o te pisan”.

Nosotros no queremos vivir así. Nosotros no deseamos el mal a nadie, ni queremos pisar a nadie. Pero tampoco queremos que nadie nos pise. Por eso pensamos que es necesario denunciar estas situaciones, si de verdad aspiramos a vivir en una sociedad más igualitaria donde se proteja a los más desfavorecidos.

Es triste vivir en un mundo sexista donde la mujer no tiene las mismas oportunidades que el hombre. Más triste ver que existen mujeres que fomentan esa discriminación sistemática y que la promueven. Triste, porque demuestra lo necios que somos todos al no proteger y facilitarle las cosas a quienes traen a nuestros hijos al mundo y hacen posible que la humanidad pueda perpetuarse.

En cambio, lo que hace la sociedad es ponerles más barreras.

A mí me gustaría criar a mi futuro bebé en un mundo más igualitario y respetuoso, donde no exista la discriminación metida en el hueso que hoy en día existe.

¿A qué esperamos para dar un paso hacia adelante y evolucionar en cosas tan básicas?

Creo que debemos denunciar estos hechos para que no se repitan y construir una sociedad con unos valores éticos más lógicos y coherentes, donde prime el bien colectivo y no el beneficio individual a costa de pisar a otros.

La mujer es quien pare a nuestros hijos. Si fuéramos una sociedad inteligente, deberíamos cuidarla y facilitarle las cosas en lugar de ponerle barreras.

Eso, o que se acabe el mundo.

Ernesto Cidad

20/09/2015