Josefina Miguel Silvestre

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L’Eliana es mi pueblo. El pueblo que sale de mi corazón".

Josefina Miguel Silvestre, “Fina” como la llaman muchos, o la “Tía Fina”, para tantos otros en el pueblo, es una auténtica hija de l’Eliana hablando en el sentido más estricto de la expresión. Nacida en 1932, en la calle Santa Teresa de la localidad, lugar en el que ha vivido toda su vida, Josefina Miguel Silvestre que cumplirá en breve 83 años es hija de elianeros tanto por parte de madre como por parte de padre. La tía Fina compartió más de 50 años de matrimonio con Vitorino Catalá, del que enviudó a causa de un triste e inesperado accidente automovilístico, hace ahora 11 años. Un duro golpe del que como cuenta la protagonista de la entrevista “me he ido recuperando a fuerza de buena voluntad. “

Cuénteme Fina… ¿Qué recuerdos le asoman a la memoria de su infancia en l’Eliana

Yo soy la más pequeña de tres hermanas junto a Natividad y Carmen. Mi padre fue el primer barbero que tuvo l’Eliana. Trabajaba en esta misma casa en la que nací al igual que mis hermanas. Una casa como todas las de aquel entonces. Con su entrada para los carros, la andana, la cocina y una habitación además del corral. Recuerdo que no teníamos cuarto de baño ni agua corriente. Íbamos al pozo que estaba muy cerca de la iglesia a recoger el agua para comer y asearnos. Mis abuelos trabajaron para los marqueses de la Casa Ramos. En aquel tiempo, cada vez que pasaban, tenían que quitarse el sombrero y bajar la cabeza en señal de respeto. Como verás era una Eliana muy distinta a la que tenemos ahora.

Y, ¿cómo fue su infancia Fina?

Habría tantas cosas que contar que no nos daría tiempo. Fue una niñez como la de todos en el pueblo aquellos años. Fui primero a la única escuela que había. Las niñas separadas de los niños. No me acuerdo ya ni de cómo se llamaba. Era la escuela y ya está. También recuerdo haber ido algunos años junto a otros chiquillos a estudiar al colegio de las monjas en la Pobla de Vallbona. Íbamos caminando todos los díasde ida y vuelta. Nos parecía muy normal. Allado del pozo en el que solíamos fregar había un refugio, y otro también a la entrada de l’Eliana, donde hoy está la rotonda de la reja. Las calles de eran de tierra y las mujeres solían lavar la ropa en el lavadero de la calle Molino. En las casas teníamos animales y también un pequeño huerto. Y muy jovencitas, todas las mujeres trabajábamos o ayudábamos en lo que podíamos.

¿Trabajó también en el campo?

Ayudaba a mi padre que tenía huerto a recoger las cerezas, el trigo y todo lo que se plantaba. Trabajábamos también el cebollino que se cultivaba en la Pobla. Si hacíamos de todo. Era la vida del pueblo de l’Eliana. Una vida muy familiar en la que intentábamos ayudarnos todosa pesar de que también había diferencias. Pero el espíritu de llevarnos bien siempre ha prevalecido en este pueblo.

Fina, ¿cómo conoció a su marido, Vitorino? ¿Era también de l’Eliana?

Vitorino no era de l’Eliana, pero llegó de fuera para trabajar y se quedó.Vino al pueblo junto a sus hermanos y montaron una fábrica de materiales eléctricos.Yo había empezado a trabajar en el almacén distribuyendo el material. Tenía 13 años. El me llevaba algunos años de diferencia y no empezó todo enseguida. Al revés.Yo iba de corre, ve y dile de su parte a otra chica, que no le hizo caso. Pasado el tiempo nuestra historia de amigos, pasó a ser una historia de novios y luego nos casamos. Yo tenía 19 años. Con el paso de los años la fábrica de material eléctrico la trasladaron a Valencia y el tuvo que irse a trabajar a la ciudad unos años. Se iba en bicicleta todos los días hasta que se le resintieron las rodillas. Entonces instaló el negocio en esta casa. Sabía de elevadores, construía transformadores y empezaba la gente a hacerse los chalets y tuvo mucho trabajo.

¿Cómo acogió el pueblo a su marido en aquellos años?

Bien. Mi marido era un elianero más. A sus hermanas, mis cuñadas, las he querido como a las mías propias. Junto a él, nuestra hija,- que era nuestra razón de ser- y mis sobrinos que han sido como mis hijos, he completado una gran familia. Una de mis cuñadas era la madre de Salva Torrent. Ahora candidato a la alcaldía. ¡Si lo vieran sus padres! De hecho algunos años estuve trabajando con sus padres en la heladería. Su madre me enseñó a hacer la horchata de manera artesanal al igual que los helados.

Le ha tocado vivir grandes cambios en l’Eliana … ¿Cree que el pueblo ha ido a mejor?

Por supuesto. Estoy segura. L’Eliana creció. Se emancipó de la Pobla y dejo de ser una pedanía. Aquí empezaron a venir muchas personas a veranear y eso causó un gran impacto. Ahora muchas de esas personas se han quedado y l’’Eliana es un pueblo que se ha desarrollado, intentando conservar sus costumbres al mismo tiempo que acogía a la gente y de fuera.

¿Cómo vive su día a día a punto de cumplir 83 años?

Pues con mucha disciplina. Me levanto a las 5.30 de la mañana todos los días. Hago gimnasia. Camino. Y también hago las cosas de casa. Ahora tengo una pequeña ayuda de una señora porque ya no estoy como antes, pero mi habitación y mi baño me lo arregló yo siempre. También me gusta mucho leer y en la FPA estoy apuntada a lectura. Disfruto mucho leyendo.

¿Cómo lleva una Sra. sencilla como Vd. el que su sobrino Salva Torrent, se presente ahora a alcalde del pueblo que la vio nacer?

Una de las primeras personas a quien se lo dijo Salva fue a mí. Vino a casa y me lo contó. Claro que al principio me sorprendí. Pero es un orgullo. Sé que si sale elegido lo hará muy bien. El es un hombre honesto, sencillo, trabajador, familiar y un hombre de paz. Conoce l’Eliana. ¿Qué le voy a decir? ¡Si para mí es como un hijo!. A Salva, también me lo he criado yo -añade Fina- mientras la emoción la embarga y una amplia sonrisa dibuja su cara. Lo llevo con alegría.

Para terminar Fina le haré la pregunta con la que cerramos siempre esta entrevista. En pocas palabras ¿Qué significa l’Eliana para Vd.?

L’Eliana es mi pueblo. El pueblo que sale de mi corazón.