La memoria de Günter Grass

El Aguijon
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Ahora que hablamos y escribimos tanto de y sobre la memoria histórica y sobre el ascenso de la ultra derecha en Europa, viene bien recordar 'Pelando la cebolla' (2007), memoria literaria del escritor Günter Grass. La lectura de este libro proporciona una buena ocasión, tanto para ilustrar la polémica en torno a su pasado, como para la reflexión acerca de nuestros propios recuerdos. El autor alemán más galardonado (Premio Nobel y Premio Príncipe de Asturias…) nos ofrece una confesión donde reconoce y explica su pertenencia a las Wafen-SS cuando contaba 17 años y el Tercer Reich agonizaba. El pasado nazi de Grass, autor de novelas tan notables como El tambor de hojalata (1959) o Años de perro (1963) y de ensayos como Es cuento largo (1995) o Mi siglo (1999), suscitó en la presentación de Pelando la cebolla un escándalo, siendo primera plana en los medios alemanes y extranjeros.

El historiador Joachim Fest afirmó al conocer la noticia que, “no le compraría un coche usado”. Numerosas voces clamaron para que fuera desposeído de títulos y honores, pese a que no era la primera vez que éste confesaba su actividad juvenil. El escritor contó en el verano de 1963, sus avatares en un regimiento de blindados de las SS entre enero y abril de 1945. Grass se defendió a cara de perro: “Para disculpar al joven y por lo tanto a mí, no se puede decir siquiera: ¡Es que nos sedujeron!”, y así, este joven de origen humilde, influido por una educación primaria y secundaria muy castrense no tardó en apuntarse a las juventudes hitlerianas. “Creyente hasta el fin”, de los principios nazis “… veía a la Patria amenazada, al estar rodeada de enemigos”. Convencido por la propaganda antipolaca en su Danzing natal (hoy Gdansk), “todas las acciones alemanas me parecieron legítimas como represalias”. Recuerda los noticiarios de actualidad de su adolescencia en los que: “… nuestra Legión Cóndor ayudaba a España con las armas más modernas, a librarse del peligro rojo. En el patio del recreo escribe: "jugábamos al Alcázar de Toledo. Mis compañeros de colegio (…) como yo, querían vivir en peligro…”

No hace falta recurrir al capítulo en el que trata “de cómo aprendí a conocer el miedo”, en el que una de las capas de su memoria-cebolla, se interroga sobre su relación con las SS. “La pregunta no fue la más adecuada”, reconoce a toro muy pasado. “¿Me asustó lo que en aquella oficina de reclutamiento no se podía pasar por alto, lo mismo que todavía hoy (…) me resulta horrible esa doble S …?” . Y se responde: “En 'La piel de la cebolla' no hay nada grabado que me permita leer signos de susto, ni mucho menos de espanto…”, “La doble runa de mi uniforme no me resultaba chocante (…) en una guerra defensiva que, según decían, salvaría a Occidente de la oleada bolchevique”.

El arrepentimiento de Grass parece tan evidente como su talento literario. El joven Grass, a sus 17 años, ignoraba que las SS controlaban de facto las fuerzas de policía, los campos de exterminio y la política racial a las órdenes directas de Himmler y el propio Hitler. Eso debió ser. Tal vez si le explicáramos a los jóvenes la complejidad del termino patriotismo y lo que este tiene que ver con la falta de un espíritu crítico, sería para ellos menos errático el decidir sus opciones.

José Antonio Vidal Castaño.